Detrás de la palabra hombre A.R.V.

¡Oh muerte en vida! Nadie nos salva de esta orfandad.
Vamos y venimos. Subimos y caemos.
Palabra somos y en palabra nos convertiremos.

lunes, 30 de abril de 2012


El libro de las Horas
Raine María Rilque



Vivo mi vida en ondas crecientes
que se tienden sobre las cosas.
La última acaso no llegue a trazarla,
pero voy a intentarlo.

Giro en torno a Dios, la torre antigua,
llevo milenios girando;
y aún no sé si soy alcón o vendaval
o un grandioso canto.

A ti, oscuridad de la que vengo,
te amo más que a la llama
que limita el mundo
y brilla sólo
para algún círculo
fuera del cual ningún er sabe de ella.

Pero la oscuridad lo retiene todo:
formas y llamas, animales y a mí,
tal como los atrapa,
personas y poderes...

Y puede que una gran fuerza 
cerca de mí se agite.

Creo en las noches.

¿Qué será de ti, Dios, cuando yo muera?
Yo soy tu jarra: ¿cuando me haga añicos?
Soy tu bebida: ¿cuando me corrompa?
Yo soy tu atuendo, yo soy tu oficio,
sin mí careces de sentido.

Después de mí no tendrás casa donde
te saluden palabras tibias y cercanas.
La sandalia de terciopelo que soy yo
se soltará de tus pies cansados.

Perderás tu gran manto.
Tu mirada, que mi mejilla acoge
tibiamente, como con almohadones,
vendrá y me buscará largo tiempo...
y al ponerse el sol se tenderá
en el regazo de piedras extrañas.

¿Qué harás, Dios? Temo por ti

……
Amo las horas oscuras de mi ser
en las que se ahondan mis sentidos;
en ellas, como en viejas cartas,
hallo mi vida cotidiana ya vivida
y lejana y olvidada como una leyenda.

Gracias a ellas sé que tengo espacio
para vivir otra ancha vida intemporal.
Y a veces soy como el árbol
que sobre una tumba, maduro y rumoroso,
cumple aquel sueño que el niño que se fue
(al que abraza con sus raíces tibias)
perdió en tristezas y canciones.

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