Estoy sentada en la parte más
iluminada de mi casa, cerca de la enorme ventana que da hacia la calle. El día
está muy nublado, creo que se va poner a llover en cualquier momento, lo puedo sentir en el aire. Tomo una
y otra vez la enorme taza de té que me ayuda a pensar todas las mañanas, cuando
ya no hay nadie y me doy cuenta que ese es mi momento del día
en que puedo disfrutar más de mi hogar y mi soledad.
En ese instante puedo poner en
orden todos los pensamientos que aparecen como imágenes durante el día en medio de la gente. Pensamientos que son tan
intensos que no sabes si son reales o una jugarreta de tu tonta ansiedad por
necesitar crear. Me cuesta ubicarlos para darle un sentido a la historia de mis personajes, lucho con ellos y
con el sonido de la calle que a veces se roba casi por completo mi atención.
Vuelvo a ubicar los ojos frente a
la pantalla de mi computador para seguir con mi rutina diaria. Esa rutina que
me fascina. Cada segundo que pasa puedo transportarme a aquel lugar guardado en
lo más íntimo de mi ser. Aquel mundo que aún a mí me cuesta aceptar. Aquel
mundo que construyo palabra por palabra, como si éste le fuera a dar un sentido
a mi vida.
Las horas pasan y todo fluye tan
fácilmente que a veces no quieres regresar.Temo no querer volver de ese mundo y
no darme cuenta que la realidad es otra. Realidad en donde personas de carne y
hueso me necesitan. ¿Cómo les hago entender que esto es lo más importante que
tengo? ¿Cómo les digo que las letras y mis pensamientos lograron ganarle a mi
terquedad y me entregué a ellos? ¿Será necesario tener que explicárselos?
Cuando llega la hora de volver,
es cuando suena el despertador de mi celular. Sin él, creo que no tendría
límites. Tengo que despedirme de David y Alejandra diciéndoles que mañana voy a
crearles un mundo mejor, una historia más intensa, pero ellos parecen no
entender que me tenga que marchar. En medio del apasionado romance o la
acalorada batalla con las espadas y seres sobrenaturales, me tengo que ir a
cocinar. Sé que a ellos no les parece, los creé para que fueran intensos y me
exigieran bastante, no puedo pedirles que dejen de ser lo que yo misma creé.
Cuando los dejo de lado, se apoderan de mis sueños y me muestran que ellos
están y quieren que llegue luego a su final. Pero no puedo hacerlo ahora, no
cuando me faltan herramientas vitales para que esa historia no quede en nada,
no todo es imaginación. La historia de ellos es ficción, pero una ficción desde
mi realidad. Lamentablemente si no estoy bien no puedo planearles un buen final
y como para mí es una gran historia, merecen un buen final, y así yo también
podre descansar.
Mañana voy a empezar todo de
nuevo. Trataré de tomar el hilo de la historia desde el punto en que lo
abandoné. No será lo mismo, lo sé, pero cuando logro nuevamente
concentrarme a veces lo consigo. Ojalá
no existiera el tiempo, todo corre tan rápido en la realidad que no sé si me va
a alcanzar la vida para terminar lo que empecé hace unos años, días, meses, horas
y segundos.
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